Cómo guiar a la infancia
Vivir entre risas es vivir con sabiduría y es lo que mejor saben hacer nuestros niños y niñas, así que nos corresponde fomentarles esta sensibilidad y comunicación con todo lo que a veces no vemos
Cuando nacemos lo hacemos libres de prejuicios y con una visión especial que conservamos durante nuestra niñez, hasta que alguna persona adulta llega y nos enseña una realidad diferente que hace que olvidemos todo lo que creíamos que era la vida y el mundo.
Recordemos que los niños y niñas son seres muy especiales, llenos de una sensibilidad que a las personas adultas nos corresponde fomentar, no eliminar, por lo que debemos de escucharlos con el corazón para aprender de su sabiduría.
Los niños y las niñas nacen con capacidades van perdiendo debido a la errónea formación que por mucho tiempo vamos cargando, esa sensibilidad innata le cede su lugar a una mente racional que nada más cree en lo que se puede comprobar.
Por ejemplo, desde la primera infancia, a los bebés se les señala que tienen que ver algo específico: "Mira el dibujo, aquí", y les apuntamos con el dedo, mientras que los niños y niñas no enfocan la vista, como queriendo ver algo más.
Los médicos dicen que es porque los bebés no pueden fijar sus ojos en los objetos, y en parte es verdad, pero también es porque ellos pueden ver más allá, hacia esa otra dimensión ubicada después de esta.
Sólo debemos entender que los bebés están más conectados con ese otro mundo que coexiste con el que las personas adultas vemos.
Ven más allá de lo físico
Otro error es que en las escuelas se enfocan en enseñarnos todo lo que es físico. En lugar de pedirnos que busquemos quiénes somos por dentro para poder llevar nuestra vida de la manera correcta, así como tampoco nos dicen que es vital conocer lo que nos rodea porque vibra igual que nosotros.
A las personas adultas nos corresponde aprender que hay mucho que no nos enseñaron a ver, sentir y analizar en la escuela o en nuestras familias. Afortunadamente, en nuestro planeta hay y ha habido seres de mucha sabiduría que están muy interesados en que las conozcamos y las apreciemos como lo hacíamos en nuestra niñez
A continuación algunas formas en que podemos cultivar nuestra sensibilidad y la de nuestros niños y niñas:
1. Acercarles a los elementos de la naturaleza es una de las formas de preservar en los niños y niñas su particular sensibilidad. Tenemos que llevarlos al campo, por ejemplo, porque la energía que está ahí es muy especial, además de que hay seres que nosotros no percibimos con nuestros ojos, que ya están muy limitados a lo que van a ver, pero que nuestros hijos o hijas sí pueden captar.
Provoca que hablen con las flores o con algún animal porque esto les desarrolla su sensibilidad y comunicación con otros seres que también habitan este planeta
Lo que pasa con las personas adultas es que ya estamos programadas y, aunque nuestra vista también capta más allá, bloqueamos una parte de nuestro cerebro para que no sepamos que estamos viendo otras cosas que no podremos racionalizar.
Pero los niños y niñas no conocen estas barreras y gozan de todo lo que una playa o una montaña les ofrecen, al mismo tiempo que van fomentando ese acercamiento con su interior y lo que les rodea.
2. Hacerles muchas preguntas, por ejemplo, qué les gusta de su casa. En ese momento debemos captar qué es lo que están viendo con sus ojos de infante y reflexionar sobre lo que responden.
Es necesario recordar que las niñas y niños pueden percibir energías y es posible que te digan que ven a alguna persona o ser que les infunde alegría o pánico, por lo que es necesario evaluar cualquiera de las dos opciones y actuar en caso de que vean una entidad que no sea positiva.
3. Motivarles para que quieran mucho a la naturaleza, a los minerales, plantas y animales, porque es bueno que tengan comunicación con todos estos elementos que están tan cerca del amor.
Por ejemplo, provoca que hablen con las flores o con algún animal porque esto les desarrolla su sensibilidad y comunicación con otros seres que también habitan este planeta.
Además, cuando los niños y niñas se acercan a una flor, por ejemplo, surge una comunicación, que no alcanzamos a ver, mediante la cual la naturaleza y los elementales les dejan una enseñanza muy importante para sus vidas.
Este enlace entre nuestros hijos/hijas y otros seres se da de una forma simple, pues a los niños y niñas no les cuesta ningún trabajo porque ya tienen esa comunicación todo el tiempo. Para ellos es como decirles: "Voltea y habla con este niño o niña", y van a poder hacerlo sin problema.
Con las personas adultas es distinto porque ya estamos llenos de información errónea, además de que nuestro cerebro es una de las armas más fuertes y celosas, y nuestra inteligencia es muy hábil para alejarnos de esa comunicación con lo que existe más allá.
Claro que cuando nosotros logremos pasar esa barrera que nos pone la mente, entonces podremos tener comunicación con nuestro corazón, con nuestro ser interno y con todos esos elementos de la naturaleza que nos ven y nos hablan como han hecho siempre, desde nuestra infancia.