La naturaleza

Sus maravillas

El porqué de los desastres naturales

En la última década hemos sufrido ante la presencia de desastres de tipo natural como sismos, tornados, plagas, etcétera, cuya explicación es algo complicada porque hay diversas teorías acerca de estos fenómenos.

Algunas de las hipótesis hablan de posibles cambios en las condiciones climáticas, otros los achacan a la contaminación o a la pérdida de la capa de ozono. Estas explicaciones son válidas porque es cierto que todos estos sucesos ocurren debido a la destrucción a la que hemos sometido a nuestro planeta.

Pero en otros términos, lo que está pasando es una reacción natural de un ser al que se le está agrediendo y matando poco a poco.

Por desgracia, la mayoría de nosotros actuamos de forma inconsciente y no tomamos en cuenta lo que podemos estar dañando. Simplemente no nos ponemos a pensar en que la Tierra y todo lo que nos rodea son seres vivos capaces de reaccionar ante el dolor de verse agredidos y destruidos.

Si en realidad cada uno viéramos nuestro entorno como algo capaz de amar y de sentir como nosotros, seguramente seríamos más conscientes del daño que estamos causando a lo que nos da vida.

Bien claro sabemos que si no fuera por la naturaleza nuestra existencia sería imposible, como imposible será continuar viviendo si seguimos con nuestro egoísta proceder.

Tenemos la solución de frente

Todos sufrimos al ver un desastre en el que se han perdido muchas vidas inocentes, futuros prometedores, infantes que iniciaban su existencia, y una gran mayoría llega a culpar de lo acontecido a la naturaleza o a Dios.

En ese momento renegamos contra alguien imaginario o metafísico al que ponemos en el papel de culpable, pero a quien nunca llegamos a culpar es a nosotros mismos.

Cuando ocurre un desastre jamás pasa por nuestra mente que cada habitante de la Tierra somos responsables de lo que sucede y de lo que sucederá. Solo nosotros somos los responsables de que se susciten eventos tan desagradables porque permitimos deliberadamente que pasen.

Los desastres seguirán hasta que no nos armemos de valor para luchar contra nosotros mismos, contra nuestra inconsciencia y egoísmo, porque la destrucción de la naturaleza, de las especies de animales, de plantas, viene directamente de nosotros.

Nadie fuera de la Tierra ha venido a destruir nuestro hogar y tampoco ha sido la naturaleza misma ni Dios. Solo los humanos que vivimos en este planeta nos hemos encargado de dar fin a nuestra fuente de vida.

Si en realidad cada uno viéramos nuestro entorno como algo capaz de amar y de sentir como nosotros, seguramente seríamos más conscientes del daño que estamos causando a lo que nos da vida

¿Cómo es que esto ocurre? Ante tantos ataques, la naturaleza lo único que está haciendo es ejercer una defensa ante la constante eliminación de nuestros propios hermanos que únicamente están aquí buscando ayudarnos y darnos amor, sentimiento que por supuesto la mayoría nos hemos negado a corresponder.

Quizá se piense que no es verdad que los desastres sean consecuencia de nuestros actos hacia la naturaleza. Esta duda puede surgir al ver que desde los principios de la humanidad han ocurrido desastres de grandes magnitudes.

Pero estos fenómenos existen ya que desde el inicio de nuestra vida en el planeta hemos cometido acciones erróneas en contra de casi todo lo que nos rodea. Claro, no eran tantas como las que cometemos en la actualidad, por lo que igualmente los desastres de entonces no eran tan destructivos y continuos como los de nuestros días.

El corazón como consejero

A lo largo de los años he preguntado a diversos maestros o guías de pueblos originarios cómo podemos cambiar esta actitud equivocada y siempre recibo la misma respuesta:

“El corazón es nuestro gran consejero, nuestro guía de acciones y sentimientos, la voz noble, es el ser que tenemos dentro y que somos nosotros mismos. Él siempre nos llevará por el camino del amor y la verdad. Él es nuestra luz más brillante, la luz del verdadero camino, la luz de la verdadera acción más pura de amor, la luz de nuestra realidad”.

Estas palabras encierran hechos importantes que tenemos que descifrar y llevar siempre en nuestro ser para de ahí encontrar las verdaderas acciones para nuestra vida, nuestra verdadera vida, nuestro verdadero ser y nuestro verdadero camino, pero sobre todo la conciencia de nuestros actos.

Creo firmemente que podemos evaluar más nuestro proceder; creo firmemente en la voluntad de hacer de este planeta un lugar mejor y en tener una verdadera comunicación con lo que nos ayuda a vivir. Pero, sobre todo, creo en el amor que tenemos para dar, compartir y recibir. Creo en nuestro nuevo mundo, basado en esta nueva actitud de respeto a todo lo que nos rodea. ¿Te unes para que lo logremos?

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